LA ECONOMÍA DE CUBA
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han estado
estancadas por lo menos 50 años, a partir de que la revolución armada de Fidel
Castro destituyó al régimen de Fulgencio Batista en 1959.
La época de Batista se caracterizó por mantener importantes
acuerdos internacionales, especialmente con EU, por lo que la expulsión del
entonces mandatario provocó que ese país impusiera sanciones económicas a la
isla, bloqueando las exportaciones desde 1960 y endureciendo las restricciones
en 1962.
Este tiempo de embargo ha salido caro, ya que la economía
estadounidense pierde 1,200 millones de dólares (mdd) en ventas y el Gobierno
de Cuba desaprovecha 684 mdd cada año, según señala la Cámara de Comercio de
Estados Unidos.
Cuba es uno de los países más grandes del Caribe, con una
población de 11.2 millones de personas, y un Producto Interno Bruto (PIB) de
68,230 mdd, que se estima crece alrededor de 2.5% anualmente, según los últimos
datos del Banco Mundial (BM).
La tasa de desempleo es de 4.3% y la inflación alcanza un
6%. Su deuda pública equivale al 35.9% del PIB, mientras que la externa es de
23,440 mdd.
De acuerdo con el sitio oficial de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), el Gobierno cubano ha tenido que
implementar algunas reformas en años recientes para encontrar un balance entre
la debilitación de su sistema económico socialista y el deseo de mantener el
control sobre la isla.
Los ciudadanos ya tienen permitido comprar aparatos
electrónicos, teléfonos móviles, así como la compraventa de autos usados;
además se abrieron algunos servicios minoristas para impulsar el autoempleo.
La posibilidad de tener inmuebles y la comercialización de
bienes raíces también ya son permitidas, al igual que las transacciones
directas de bienes producidos por agricultores privados con hoteles y otros
negocios.
El Índice de Libertad Económica de 2014 señala que Cuba
continúa siendo uno de los países menos autónomos en este aspecto debido al
deterioro de su libre comercio, el aspecto fiscal y monetario. Además de que
todavía mantiene al sector privado bajo regulacionesestatal.
Uno de los principales sectores que componen el PIB de Cuba
es el de servicios, que equivale al 73.9% y es uno de los que acapara la mayor
fuerza laboral, con el 63.2%, de acuerdo con la CIA. Le sigue la división
industrial que incluye hidrocarburos, farmacéutico, tabaco, construcción y
maquinaria para agricultura, con el 22.3% del PIB.
La agricultura, con 3.8% del PIB, también es otro de los
sectores clave al producir bienes de alta demanda como azúcar, tabaco, café y
arroz.
De acuerdo con el Reporte de Desarrollo Humano de la
Organización de Naciones Unidas (ONU), el intercambio comercial internacional
de Cuba representa el 38.5% de su PIB y sus exportaciones alcanzan un valor de 6,252
mdd, según datos de 2013.
La isla caribeña principalmente exporta petróleo, níquel,
productos médicos, azúcar, tabaco, pescado y café. Sus primordiales socios
tanto en transacciones foráneas como importaciones son Canadá, China, Venezuela,
Holanda, España y Brasil.
La CIA indica que las importaciones equivalen a 13,600 mdd y
son especialmente de petróleo, comida, maquinaria en general y químicos. Con
Venezuela mantiene un acuerdo preferente por el hidrocarburo que en parte paga
con trabajadores cubanos en el país bolivariano que incluye alrededor de 30,000
especialistas en medicina.
“Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la
humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca
suficientemente capaz de luchar por sí mismo.”- Fidel Castro
COMENTARIO
La economía cubana actual no puede definirse como
“socialista” en el sentido marxista de la palabra, esto se queda más bien en la
retórica del sistema. Cuba sin embargo si conserva políticas de corte social,
poco comunes en el mundo sub-desarrollado, dignos de conservarse además de una
independencia política forjada a través de siglos de lucha anti-imperialista, y
esto sí que no es simple retórica. En este sentido hay conquistas en Cuba que
merecen se conservadas, sin embargo la única forma de que soporten los cambios
por venir es que la gente se sienta participe del sistema en una mayor grado de
lo que lo es en la actualidad.
Esto solo podrá conseguirlo aumentando y mejorando los
cauces de participación política y promoviendo la autocrítica al sistema,
prácticamente inexistente. Las desigualdades regionales adolecen de la excesiva
planificación y rigidez del estado que también causa inconveniencias a la
población. La desmotivación del sistema productivo natural de las economías de
Estado probablemente mejoraría con la entrada del capitalismo salvaje, en perjuicio
de los trabajadores por supuesto. Podría, sin embargo, buscarse con un poco de
autocrítica, otras vías como el fomento del cooperativismo y el trabajo
autónomo, haciendo al obrero más identificado con la producción.
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